Todos los «juegos que las gentes juegan»
surgen de un juego básico, al que nosotros llamamos
— el Juego de la Cara —Ser libre-de-juego es cesar de jugar el
-Juego de la Cara-
y esto (en contextos religiosos) es llamado de varias formas:
Liberación, Auto-Realización, Despertar, Iluminación.« El Juego en el que el jugador finge que tiene una cara »
Al niño en crecimiento le lleva años aprender el
-Juego de la Cara- completamente y seguirlo con convicción.En los siguientes ejemplos, la lección todavía tiene que ser aprendida:
El niño es todavía (por el momento, en cualquier caso) tan sin cara como en el nacimiento.El niño pequeño es sin-cara, y su aprendizaje a fingir lo contrario es una tarea larga y complicada, que comienza casi con el nacimiento y que difícilmente se completa hasta los diez años.
Hay tres maneras de aprender
el Juego y ellas se completan y refuerzan unas a otras.
Todas son completamente deshonestas.Esta vía es no visual, y se construye en base al tacto, la actividad y tensión muscular, sensaciones de calor, frío, dolor y demás. Desde el nacimiento, la cara del niño es besada, acariciada, alimentada, lavada, y por lo general manoseada y halagada, como para componer su fragilidad inherente y corporizarla en adelante.
A medida que uno crece, la necesidad
de CORPORIZAR LA CARA aumenta en lugar de disminuir.El sitio se manipula todavía más: Se asiste al ritual del lavado frecuente, limpieza de dientes, cepillado de pelo, adecentado, maquillaje y adorno de la propia cara, afeitarse, hacerse el interesante con gafas, fumar.
(¡DEBO TENER UN CARA aquí para insertar esta
gran pipa en ella, pues todo este humo tiene que estar saliendo de ella!)Al comienzo, el niño ignora al otro niño detrás del espejo. Pronto, sin embargo, comienza a jugar con su pequeño amigo. Eventualmente, aprende que esa cara es «en realidad» su propia cara aquí, enfrente del espejo.
En su imaginación, alarga la mano hacia ella, la saca del espejo, la atrae hacia sí agrandándola según viene, la da la vuelta, y finalmente la encaja en su NO-CARA.
(Para comprobar cuán eficientemente está usted jugando al -Juego de la Cara-, mire en el espejo de su baño. Si ve a alguien en ese segundo baño vacío, detrás del espejo, mirando fijamente al suyo, entonces está jugando mal o no está jugando en absoluto. Si simplemente se ve a usted mismo, entonces está jugando bien).
Muchos nunca aprenden a jugar al -Juego de la Cara- con destreza o convicción, y algunos nunca llegan a jugarlo en absoluto. Habiendo fracasado o declinado tomarse a sí mismos según la estimación del mundo, son etiquetados de esquizoides o esquizofrénicos.
Jung decía que el esquizofrénico deja de serlo cuando siente que es comprendido; y un método de tratamiento ha sido adoptar (con sinceridad imperfecta) el lenguaje simbólico del paciente. Pero si el terapeuta mismo ha decidido no participar en el -Juego de la Cara-, en algunos casos puede hacer mucho más para ayudarle ratificando, con perfecta sinceridad, la visión de sí mismo del paciente.
Herbert, por ejemplo, se ve a sí mismo transparente, un vacío, hecho de cristal o de aire tenue: la gente ve sin obstrucción a través de él.
Herbert está demasiado cuerdo para estar cómodo. Tiene que comprender el Juego que los otros están jugando; ellos (o al menos su terapeuta) tienen que dejar de jugar. Detener el Juego.
La NO-CARA raramente desciende por sorpresa sobre alguien.
Tampoco es probable obtenerla por estudio o aún por meditación solitaria. Por norma, es transmitida.
Es fácil ver por qué.Esencialmente transaccional, una infección social, el
-Juego de la Cara- es muy contagioso; e igual lo es el cese del Juego.En la compañía de jugadores duramente «encarados» jugamos lo más duro que sabemos. En la compañía de los sin-cara —animales, idiotas, niños pequeños— moderamos nuestro juego y no es importante investir caras especiales.
En la compañía de un «Veedor», podemos encontrarnos por entero sin-cara temporalmente —así de contagioso es su darshan— ( .)
Si mi opción es no participar en el -Juego de la Cara-, algunas personas a mi alrededor tenderán ya a seguirme, aunque su respuesta inicial pueda ser muy bien reforzar su juego como auto-defensa. ¿De qué modo preciso cesar de jugar los involucra necesariamente, y quizás les ayude a hacer lo mismo?
Hay tres estadios transaccionales.
(No es bueno leer sin más lo siguiente:
Póngase cara a cara con alguien
—y vea si usted está, de hecho, Cara a Cara—)La última cosa que mucha gente quiere es librarse de sus caras,
y la intimidad libre-de-Juego que viene con ello.Una de las marcas del juego (el juego en sentido técnico) es que cuando un jugador está en peligro de volverse consciente de su juego y de su motivación hasta ahora inconsciente, es posible que sufra estrés.
Cuanto más intensamente está jugando, y cuanto mayores son las ventajas ocultas que está obteniendo del juego, tanto más probable es su malestar o resentimiento cuando esas ventajas son amenazadas.
— Todo esto se aplica con mucha fuerza al Juego de la Cara —
— Las reacciones a su exposición varían ampliamente. La gente que, debido a la juventud o al fracaso en el desempeño de las normas sociales, no han aprendido a jugar el Juego con facilidad, están por lo general encantados de comenzar a abandonarlo.
— Por otra parte, los que han invertido mucho tiempo y esfuerzo en la construcción de la cara, y que han ganado con él las (supuestas) ventajas resultantes, es probable que intenten alguna maniobra que procure eliminar la amenaza a sus caras duramente ganadas.
— He aquí otro ejemplo, un ejemplo más dramático. Normalmente, el monje zen va a su encuentro diario con el roshi (anciano maestro) de muy buena gana, pero cuando se encuentra al borde del satori (comprensión) puede tener que ser arrastrado, debatiéndose, en la presencia del roshi, lo cual daría cualquier cosa por evitar.
— En general, el discípulo que está a punto de ver su -Cara Original- (su No-Cara, su Vacuidad) es propenso a suscitar en contra resistencias inesperadas.
Su malestar, cuando se enfrenta a esta barrera, es igualado por su gozo y alivio cuando entra en la simple verdad de su claridad.
«Nuestra Cara Original»
«Ver la Cara Original de uno»
es en el zen uno de los sinónimos de Iluminación.«Ve en este mismo momento a qué se parece tu cara —la Cara que tenías antes de que tus padres nacieran», es el mensaje de Hui Neng, el fundador virtual del zen—.
Nuestra -Cara Original- es absolutamente sin características. Comprensiblemente, esta doctrina dejó perplejo al joven Tung-shan (807-869), que devino el fundador del Zen Soto.
El momento de su Iluminación fue cuando le aconteció ver su reflejo en un estanque. En nuestros términos, localizó su cara humana abajo, en el agua, y su Cara no-humana sin atributos sobre el agua. Se miró a sí mismo como la primera vez y tomó muy en serio lo que vio —en su verdadero valor— en lugar de jugar con ello.
«Cuando el pensamiento es dejado»
dice un maestro zen posterior, «la Cara original aparece».Otras tradiciones religiosas, incluido el taoísmo, hinduismo (advaita), islam (sufismo), el cristianismo místico, tienen su versión de la -Cara Original-.
Están de acuerdo en que tengo que ver, no sólo reconocer, esta vacuidad que permanece aquí en el Centro de mi universo y que está llena de este universo. No es que yo deba hacerme tan sin-cara, tan incorporal, tan grande como era en la cuna; sino más bien ver que he sido siempre así, y siempre lo seré, ya sea que tenga la honestidad de reconocerlo o no.
Y después de todo, esto tiene sentido:
El niño libre- de-juego está aquí así de evidente en realidad.Las Cinco Etapas del Juego.
(1) Como cualquier animal, el niño recién nacido es —para sí mismo— Nada, sin-cara, sin límites, no separado de su mundo, la primera persona sin saberlo.(2) El niño pequeño, como hemos visto, es capaz de hacerse consciente (aunque breve e intermitentemente) de sí mismo como él es para sí mismo: Capacidad sin-cara.
Sin embargo, él está deviniendo también progresivamente consciente de sí mismo como él es para otros:
Una tercera persona muy especial y humana, completa, con cabeza y cara. Ambas visiones de sí mismo son válidas y necesarias.(3) Pero cuando el niño en crecimiento aprende el Juego de la Cara, su adquirida visión de sí mismo desde fuera viene a ensombrecer, y al final a obliterar, su visión innata de sí mismo desde dentro. De hecho, él decrece, no crece.
Al comienzo, él contenía su mundo: ahora el mundo le contiene a él —lo poco que queda de él—. Toma la palabra de todo el mundo sobre lo que él es donde él es, excepto la suya propia, y ya no es la primera persona.
Las consecuencias son justo las que podrían esperarse. Encogido desde ser el -Todo- a ser esta parte insignificante, crece codicioso, lleno de odio, lleno de miedo, encerrado, insincero y cansado.
Codicioso, pues trata de recuperar, a cualquier precio, un poco de su imperio perdido; lleno de odio, pues trata de vengarse de una sociedad que le ha reducido tan cruelmente de tamaño; lleno de miedo, pues se ve a sí mismo como una mera cosa enfrentada a todas las demás; encerrado, debido a que la naturaleza de una cosa es mantener las demás fuera; insincero, pues se pone máscara tras máscara para cada persona u ocasión; cansado, debido a que se pierde mucha energía en mantener esas apariencias en lugar de dejarlas ir a donde pertenecen —a y para los otros—.
Y todos estos trastornos —y muchos más— surgen de su pretensión básica, el -Juego de la Cara-, pues imagina (contrariamente a toda evidencia), que él es a cero metros lo que parece a un metro —una masa de materia sólida, opaca, coloreada y definida—. En resumen, es fuera de sí mismo, excéntrico y auto-alienado.
(4) Él ve el Juego.
Por el momento, el Juego está detenido.
Este ver inicial es la simplicidad misma.
Una vez visto, nada es más evidente que la no-cara de uno.
Los resultados, sin embargo, incluyendo la liberación de la ira, el odio, el miedo y el engaño, están asegurados sólo mientras se está atendiendo a la Claridad aquí (que es la Liberación misma). Los atisbos de Claridad no son suficientes.(5) Ahora comienza la fase realmente ardua. Tiene que seguir viendo su no-cara siempre y dondequiera que pueda, hasta que ver me vuelva por completo natural e incesante.
Entonces, al fin, termina el Juego.
Él es libre de juego, liberado,
Despierto, Iluminado, verdaderamente la primera persona.Esta primera identidad personal consciente o Iluminación, ha estado surgiendo aquí y allá en los últimos 4000 años, y ahora está siendo bastante menos rara. Ella podría estar surgiendo a pesar de las todavía inmensas resistencias de la sociedad.
Esto es afortunado, pues la supervivencia de la especie bien puede depender de que esta condición se convierta, si no en universal, sí al menos en la norma reconocida, por la que se mida la verdadera salud mental.
Conclusión.
No hay fin al número y variedad de los juegos que surgen continuamente del -Juego de la Cara-, y no hay ninguna manera de ser libre de ellos excepto atajarlos en su fuente.-El Juego de la Cara- es la raíz,
y todos los demás son sólo ramas y ramitas.Parece sensato, en ese caso, cortar la raíz y dejar que las ramas caigan por sí solas. Hasta que no se ponen a prueba, esto son meras palabras.
Aquí hay una hipótesis de trabajo, y su comprobación no es necesariamente tan difícil como parece.
Aunque es universal, el -Juego de la Cara-
está deviniendo cada vez más manifiesto como absurdo e insensato..!
Libro El Juego de la Cara
DOUGLAS E. HARDINGArtista-Harry_Willson_Watrous