132. Desprenderse de la inseguridad


«Recuerde -dijo la voz-

Recuerde que siempre es querido.
Siempre está protegido y nunca se encuentra solo..
También es un ser de luz, de sabiduría, de amor..
Nunca le olvidarán.
Nunca le pasarán por alto ni dejarán de hacerle caso.
Usted no es su cuerpo; no es su cerebro, ni siquiera su mente.
Es un espíritu.
Lo único que tiene que hacer es despertar al recuerdo, recordar.

El espíritu no tiene límites, ni el del cuerpo físico ni el del alcance del
intelecto o de la mente”.

Uno de nuestros grandes fallos es
esa extraordinaria preocupación por los resultados.

Le damos muchas vueltas a cómo van a salir las cosas,
y eso crea una -ansiedad, un miedo y una infelicidad innecesarios-.

La ansiedad está relacionada con nuestro rendimiento.
¿Qué pensarán los demás.?

¿Con qué severidad nos juzgaremos.?

El miedo tiene que ver con la
pérdida de la meta o el objeto deseado.
Tenemos el convencimiento de que si fallamos no
conseguiremos lo que perseguimos. Seremos unos fracasados,
unos perdedores. Nos rechazarán y nos odiaremos.

En lugar de preocuparse por resultados concretos..
Haga lo que tenga que hacer.
Tienda una mano sin egoísmo.
Confíe en que todo va a salir bien.
La esperanza es algo bueno, pero no lo es crearse falsas expectativas, porque en ese caso el desengaño está siempre a la vuelta de la esquina.

Una mañana, mientras meditaba, apareció de repente en mi mente un mensaje muy claro y bien definido: «Amaos los unos a los otros con todo el corazón y no tengáis miedo, no os reprimáis. Cuanto más deis, más recibiréis a cambio”.

-Usted anhela la ilusión de seguridad, en lugar de la seguridad de la sabiduría y del amor-. El dinero es algo neutro, ni bueno ni malo. Lo importante es lo que hacemos con él. Con dinero podemos comprar ropa y comida para los pobres o podemos decidir utilizarlo con egoísmo y desperdiciar la oportunidad. Podemos elegir, y al final aprenderemos todas las lecciones.

El dinero y la seguridad no son lo mismo. La seguridad sólo puede surgir del interior. Es un rasgo espiritual, no terrenal. El dinero es algo terrenal, algo que no podremos llevarnos cuando nos marchemos. Podemos perderlo todo de un día para otro, si ésa es nuestra lección o nuestro destino. La seguridad deriva de la paz interior y del conocimiento de nuestra esencia auténtica, que es espiritual.

En realidad nada puede hacernos daño..
Porque somos inmortales y eternos.
Porque somos seres espirituales, no cuerpos físicos.
Porque siempre hay quien nos ama y nos protege.
Porque no estamos nunca solos.
Porque Dios y todo un ejército de seres amorosos nos protegen siempre.
Porque todos tenemos la misma esencia.

Así pues, no hay por qué tener miedo.
Esta verdad es el secreto de
nuestra seguridad y de nuestra alegría.

«Amaos los unos a los otros con todo el corazón y no tengáis miedo, no os reprimáis. Cuanto más deis, más recibiréis a cambio”.

CASO:
La regresión de Tom (un paciente preocupado), a la Inglaterra del siglo XIX fue muy rica en detalles. Aunque describió lentamente y a conciencia cómo era él, cómo eran su casa y sus circunstancias, me di cuenta que era consciente de mucho más de lo que ponía en palabras. En su vida actual le atormentaba un miedo irracional a la pérdida.

También en aquella vida anterior en Inglaterra había detectado una inseguridad. Describió una zona exuberante de la campiña con colinas ondulantes y árboles viejos.

Tengo unos cuarenta y pico de años y soy terrateniente, aunque no pertenezco a la clase alta. Vivo en una casa en la finca.
Estoy casado y tengo dos hijos…

-¿Qué te ha atraído a esta época? -le pregunté..

-Soy un hombre adinerado, vivo bien. Estoy bastante bien situado -respondió-, y sin embargo hay algo de ansiedad, porque no soy de clase alta y me da miedo que, en cualquier momento, vengan y me lo quiten todo, o que lo pierda yo.

Le pedí que avanzara en el tiempo hasta el siguiente momento importante de aquella vida. -Se ha incendiado la cuadra -respondió nervioso-. Es un infierno, estoy intentando librar a los animales… Sólo consigo sacar a un par de caballos. ¡Creo que la casa también está en llamas!

-¿Qué pasa?
- Los chicos no están, pero mi mujer muere -respondió apesadumbrado.
 -¿Cómo te sientes? -le pregunté-. Ahora lo recuerdas todo.
-

Estoy muy consternado. 
-¿Sabes cómo ha empezado el fuego?
- Creo que ha sido provocado.
 Permaneció unos instantes en silencio.
 -¿Sabes quién ha sido? -pregunté, rompiendo el silencio. 
-Había gente en el pueblo… Creo que lo han hecho porque soy judío.
 Otro profundo silencio…

Tras el incendio que había acabado con la vida de su mujer, se fue de Inglaterra a Estados Unidos, pero no le abandonó la tristeza y vivió una vida bastante solitaria.

Le hice avanzar hasta el último día de su vida.
-Estoy en cama…  Soy viejo..  Mis dos hijos están aquí con sus familias..  Sigue siendo un poco raro encontrarse en un país nuevo. — Estoy viendo que… Sigo teniendo la sensación de que:

HE SUFRIDO POR LO
QUE ERA, NO POR LO QUE HICE..!

Estaba dándose cuenta de cómo la rabia, los prejuicios y el odio pueden provocar un terrible sufrimiento. Pero también había habido una lección positiva.
 -Mis hijos.. Ese amor.. Esa unión de toda la familia.. Eso para mí ha sido un gran consuelo. Estoy preparado para irme. Murió y abandonó su cuerpo.

Tom, que en su vida actual no es judío, había descubierto mucho más que los orígenes de sus inseguridades y su miedo a la pérdida.

-Había aprendido que el odio y
los prejuicios pueden provocar una violencia
y un dolor descomunales-

También había visto que
-EL AMOR- es el consuelo de todo dolor.

La labor de Tom en aquella vida anterior no había sido castigar, ni siquiera juzgar a quienes habían quemado su casa y matado a su mujer.

El destino (karma) y la ley divina se encargarán de ello.
La labor de Tom es comprender y perdonar.

Ésa es la labor del amor.

Artista-Jeremy lipking

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