Explíqueme doctor…
¿POR QUE ME DEPRIMO.?
Es la pregunta que Carmen se hacía
todas las mañanas desde ese día aciago en que:
-NO SE PODÍA LEVANTAR-
En un intento por hallar las causas de su depresión pensaba en la presión de la politica de su trabajo, (trabaja de enfermera en un gran hospital).
Los problemas con los hijos (uno de ellos tenía dificultades escolares).
O la incomprensión cada vez más frecuente con su marido.
¿Justificaban esas circunstancias su estado deprimido?Vivimos bajo la sospecha del fatalismo, así afirmamos que:
-Me deprimo porque mi padre era una persona depresiva-
-Estoy deprimido por las circunstancias adversas familiares laborales-
-Padezco una depresión, pues ha fallecido mi madre-
-Porque me han diagnosticado una enfermedad grave-
-Estoy deprimido por amor-, etc.De esta forma -justificamos- nuestro estado deprimido y, al -identificar- una causa, nos sentimos menos angustiados. Pero la depresión clínica es -multidimensional-, y en todo caso su origen es complejo.
Es curioso detectar como usamos este determinismo de nuestra conducta, para defendemos en el campo de la psicología. Es decir, si el mundo material es complejo y sus efectos no son consecuencia de una sola causa, con mayor razón podemos afirmar que el mundo psíquico es mucho más inconsistente y mucho menos previsible, y por lo tanto el origen de nuestra conducta es multifactorial.
El ser humano se va construyendo a lo largo de
su propia biografía, por los impactos internos y externos
que va recibiendo a lo largo de su vida.
-Es cierto que las experiencias traumáticas vividas en la infancia influyen en las características de la personalidad del adulto-, pero -también es cierto que, lo más importante es cómo se viven esas experiencias-, lo que posibilitará un desarrollo sano o enfermo.
-Lo determinante, pues, no es la experiencia en sí (por muy traumática que sea, aunque, a mayor gravedad, más dificultad para cicatrizar la herida)-, sino:
-CÓMO CADA PERSONA LA INCORPORA A SU PROPIA EXPERIENCIA-
Podemos afirmar, por tanto, que el desarrollo del niño no está determinado por los problemas que haya vivido, sino por cómo los ha elaborado. Por eso, dos niños que hayan vivido traumas semejantes (abusos, malos tratos, etc.) pueden evolucionar de forma muy diferente: -uno puede padecer una depresión de adulto y otro no-.
Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones,
podemos hacernos las siguientes preguntas:
¿por qué -se me cruzan los cables-?
¿por qué me deprimo?
Dependiendo de la -orientación psicológica- en que nos situemos,
nos surgirán diferentes respuestas.
Así, los psicólogos y psiquiatras de -orientación biológica- dirán que es consecuencia del descenso de serotonina, noradrenalina o dopamina, neurotransmisores que tenemos en las sinapsis cerebrales-.
Sin embargo, los profesionales más de -orientación psicológica- insistirán en que la persona se deprime, de forma clínica, por la falta de recursos personales y grupales para afrontar la situación traumática o el propio discurrir por la vida.
Existe tanta implicación entre ambas teorías
que es difícil decantarse por una de ellas.
Por mi parte, considero que la verdad está en la conjunción de ambas posturas, -aunque en algún tipo de depresión -(por ejemplo la depresión mayor)- primarán los aspectos biológicos e incluso la vulnerabilidad genética, -y en otras depresiones– -(cuadros adaptativos y depresión neurótica o distimia, entre otras)- predominarán los factores psicológicos (personalidad, etc.) y sociales (contexto grupal y familiar).
Teoría de los tres impactos, en la enfermedad depresiva
El origen de la enfermedad depresiva es por tanto, multifactorial y aunque desconocemos la causa de la depresión, sí sabemos que diversas circunstancias influyen en su aparición.
Para que la depresión se constituya, son necesarias diversas piezas o factores, y además que encajen perfectamente. La teoría de los tres impactos explica que la depresión se produce por la confluencia de tres factores:
Esto es lo que hemos denominado:
-La teoría de los tres impactos:-Vulnerabilidad Genética-, -Vulnerabilidad Psicosocial- y en ocasiones la aparición de un -Acontecimiento Estresor-
–La vulnerabilidad-
-El concepto de vulnerabilidad-, tal como lo describe el Diccionario de la Real Academia Española, se refiere a la cualidad de ser vulnerable, es decir, -la posibilidad de ser herido o recibir alguna lesión física o moral-.
-La vulnerabilidad es una cualidad inherente al ser humano-. No existe la persona invulnerable, pues todos somos finitos e imperfectos, pero lo que sí es cierto es que existen grados de vulnerabilidad. -Es decir, existen sujetos más vulnerables que otros-, y también la esencia de la vulnerabilidad es diferente: así, por ejemplo, -uno puede ser más vulnerable a la depresión y otro a la esquizofrenia, y un tercero puede ser más vulnerable a las enfermedades psicosomáticas-.
El concepto de vulnerabilidad se utiliza en sociología, en medicina, en el ejército y en psicología. En esta última acepción es donde nosotros nos situamos. -De alguna manera, la vulnerabilidad (genética, psicológica o social) es la base de la enfermedad mental-: -en las psicosis, la vulnerabilidad tiene un soporte más genético y en los cuadros neuróticos, más psicosocial-.
-La vulnerabilidad genética en la depresión-
Recuerdo que, durante mi formación como psiquiatra, hace más de treinta años, al plantearse el origen de las enfermedades psiquiátricas siempre se contemplaba lo que entonces se llamaba la -predisposición genética-.
Así se afirmaba que, en los grandes cuadros psicopatológicos -(psicosis y depresión endógena), podríamos intuir que existían personas con más riesgo que otras para desarrollar la enfermedad mental-.
Por ejemplo: -hijos de padres esquizofrénicos o depresivos-. Se ha comprobado que estas enfermedades son más frecuentes cuando los dos progenitores han padecido la enfermedad-.
Y aunque nunca se ha podido concretar con exactitud en qué consiste esta -predisposición-, -es cierto que se puede defender cierta vulnerabilidad con respecto a la psicosis y la depresión-.
No es un factor determinante para la aparición de la enfermedad, pero lo cierto es que existe más riesgo en esas situaciones que en otras. -Es decir, no es una transmisión directa, como ocurre con algunos aspectos físicos de la persona (el color de los ojos, la altura, etc.), sino que puede aparecer o no la enfermedad psicótica o depresiva, ya que va a depender también de otros factores (psicosociales y de la entidad del factor estresor).
-Podemos concluir pues, que la herencia genética, aunque es importante en el origen de la depresión, no es suficiente para que se produzca la enfermedad depresiva; se necesita de los impactos siguientes: vulnerabilidad psicosocial y/o un factor estresor.
-En lo que todos los autores están de acuerdo es que en los episodios depresivos se constata una disfunción de los circuitos de noradrenalina, serotonina y dopamina del sistema nervioso central, junto con cambios profundos en el funcionamiento del tallo cerebral, el hipotálamo y las estructuras del sistema límbico-.
Lo que aún desconocemos es si este desequilibrio químico tiene un origen genético, psicosocial o producido por el factor estresor.
-La vulnerabilidad psicológica en la depresión-
Hace referencia a los recursos psicológicos que el sujeto tiene o no para afrontar los diferentes acontecimientos traumáticos de su vida. -Seremos más vulnerables a padecer una depresión cuando nuestro nivel de salud mental sea más precario-.
En definitiva, nuestro grado de salud mental se relaciona inversamente con nuestra vulnerabilidad: -a mayor índice de salud mental, menos posibilidad de padecer una enfermedad depresiva-.
Es decir, cuanto mayor sea nuestra autoestima, nuestras habilidades sociales, la capacidad de buscar soluciones a los problemas, etc., menor riesgo tendremos de caer en la depresión.
-Y por el contrario, si tenemos baja autoestima, alguna psicopatología o rigidez cognitiva, entre otras características, el riesgo es mayor-.
Algunas personas son más proclives a desarrollar una depresión, es decir, tienen una personalidad que es más vulnerable a esta enfermedad. Es lo que podemos denominar personalidad depresiva.
-La personalidad depresiva no siempre muestra tristeza-, sino que se puede definir como apática o incapaz de sentir que su vida tenga sentido. -Por eso la desesperanza es el -motor- de su existencia. A veces este estado queda reflejado en frases como -me siento vacío- o -no tengo futuro-.
-La persona depresiva siente el peso de lo cotidiano, que contempla siempre en negro-. No sabe distinguir y alimentarse de los matices de la vida: un abrazo, una sonrisa o una buena acción, por poner solamente algunos ejemplos. -La monotonía impregna toda su existencia. Se siente como extraña en su medio familiar, social o laboral-.
-La vulnerabilidad social en la depresión-
El grupo social (familia, escuela, amigos) va troquelando al sujeto y es una influencia significativa en su conducta. El individuo, como ser social, está entrelazado con el comportamiento de los demás. -Esos estrechos lazos son en parte generadores de nuestros sentimientos (amor, odio, celos, etc.), pero también origen de recompensas (valoración, aprecio y afecto) y castigos (rechazo, agresión, etc.)-
-Cuando el grupo es estable y sano, sus miembros se enriquecen psicológicamente-; -cuando el grupo es disfuncional puede dificultar el bienestar psíquico del sujeto-. De ahí la importancia de convivir en una familia, escuela, etc., que transmita valores positivos. En estos casos, el grupo se convierte en un buen soporte para afrontar la depresión o cualquier adversidad.
-Si el grupo es disfuncional (graves conflictos de convivencia, agresividad, adicciones…), favorecerá la aparición de enfermedades mentales, y entre las más frecuentes se encuentra la enfermedad depresiva-.
A este respecto recuerdo una sentencia de Séneca que dice así: -No importa qué, sino cómo se sufre-, que podemos completar diciendo: -No importa qué, sino cómo se sufre y con quién se sufre-.
Artista-Camila do Rosário
Busque ayuda inmediatamente si:
Se siente abrumado.
Está pensando en hacerse daño o en dañar a otra persona.
Es incapaz de controlar su comportamiento.
Tiene otros síntomas muy angustiantes de trastorno
de estrés postraumático.EN CASO NECESARIO:
Llame a su médico.
Llame al 911 para servicios de emergencia o vaya
a la sala de emergencias más cercana.SAPTEL “Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico
e Intervención en Crisis por Teléfono”
(Cruz Roja Mexicana– 24 Hrs.) sin costo
Tel.- 52-59-81-21 –
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